*Flor entra corriendo en clase con mucha prisa y mira a los niños*
- Perdonadme chicos, pero esta semana ha sido de locos para mí y no he podido entregaros la tarea antes. Lo siento mucho, pero como ya sabéis tenéis hasta el próximo domingo a las 13:59 para entregarla ¿de acuerdo?
Seguro que muchas veces habéis oído a vuestros padres que leer es muy importante pero... ¿sabéis por qué es tan importante?
*Algunos niños se encogen de hombros y otros niegan con la cabeza*
Pues yo os lo voy a explicar, es importante porque leyendo aprendemos muchas muchas cosas, como por ejemplo palabras nuevas, a escribir sin faltas de ortografía y desarrollamos nuestra imaginación y nuestra forma de expresarnos y todo eso es importantísimo para cuando seáis mayores y seáis seguro estrellas del mundo musical, políticos, policías, bomberos, abogados o muchas otras cosas.
Lo que vamos a hacer es leer un cuento juntos y luego quiero que déis vuestra opinión sobre el cuento. Pero no simplemente si os ha gustado o no, tenéis que decirme por qué y contarme qué es lo que más os ha gustado y lo que menos y... si lo hubiérais escrito vosotros cambiaríais algo ¿vale?
También es muy importante que me digáis si hay alguna palabra que no hayáis conocido porque yo os ayudaré a resolver vuestras dudas.
Aquí tenéis el cuento. Ya podéis empezar :)
Las estrellas en la noche
Mario miraba las estrellas a través del cristal de la ventana de su habitación, siempre esperaba que el cielo estuviera despejado para poder maravillarse con las formas y el brillo de sus queridas amigas.
El techo de su habitación estaba cubierto por mapas estelares y en la oscuridad los diminutos puntitos fosforescentes dibujaban formas que el niño unía imaginariamente con la yema de su dedo índice mientras soñaba con viajes por el espacio, con galaxias lejanas y con mundos nuevos aún por descubrir.
Su constelación preferida era Pegaso, el blanco y majestuoso caballo alado que surcaba volando los cielos de la noche y al que tanto admiraron los griegos durante siglos, más que un simple grupo de estrellas, toda una leyenda. Cada noche al acostarse, Mario volvía a pedir a los cielos el mismo deseo, y en la oscuridad de su pequeño cuarto bajo su particular cielo en miniatura repetía: “Por favor, sólo pido un deseo, quiero volar una noche con Pegaso” y se dormía preguntándose si alguien en algún lugar escucharía su deseo.
Mario dormía plácidamente y soñaba que era astronauta, a través del cristal de su nave podía ver el planeta Marte y como todo el planeta estaba cubierto de pequeños agujeros, rió pensando que a esta distancia parecía un gran y redondo queso rojo. De pronto algo despertó a Mario de sus sueños, una fuerte luz blanca venía del exterior de su ventana, se levantó lentamente, asustado y procurando no hacer ruido se acercó a la ventana y lo que vio sobre el césped de su jardín le dejó sin palabras.
Un precioso caballo blanco brillante como la luna y con unas enormes alas pacía hierba tranquilamente en su jardín, salió con mucho cuidado por su ventana y se acercó a él, no había duda, era Pegaso.
Cuando el caballo vio a Mario se asustó y retrocedió, pero el niño cogió un puñado de hierba en sus manos y se lo acercó al caballo que lentamente se acercó y comió en su mano. Después se recostó y dejó que Mario se subiese en su lomo, pronto alzaron el vuelo y el niño se agarró al cuello del hermoso animal y juntos recorrieron el cielo de la noche oyendo las historias que las estrellas cuentan sobre el paso del tiempo, sobre el mundo y las personas que han vivido en él durante siglos.
Visitaron todas y cada una de las constelaciones, a la hermosa reina Casiopea, a la princesa Andrómeda, la Osa Mayor, a la Osa menor... y contemplaron maravillados las estrellas de los signos del zodíaco, incluso Mario acarició una de las pinzas del cangrejo de cáncer, su signo.
Después de toda una noche surcando los cielos, Pegaso aterrizó de nuevo sobre el césped y se dejó acariciar por las pequeñas manos de su nuevo amigo mientras le daba cariñosas lametadas en la cara y ambos jugaban y reían. Pegaso ayudó a Mario a trepar hasta la ventana de su cuarto y cuando el niño supo que el caballo tenía que irse comenzó a llorar pensando que nunca volvería a verlo, pero no ocurrió así y Pegaso regresó muchas otras noches y muchas más recorrieron los cielos como amigos inseparables.
Hasta que un buen día Mario encontró sus propias estrellas y creció y consiguió viajar a su amado espacio y contemplar lejanos planetas y hermosas galaxias, y aún hoy cuando observa las estrellas desde su nave espacial recuerda a su viejo amigo Pegaso que le enseñó algo muy valioso, porque con él aprendió que los sueños si se desean con todo el corazón y se tiene fe en uno mismo para alcanzarlos más tarde o más temprano se hacen realidad.
PD: Siento haber colgado la tarea tarde, corregiré la de la semana anterior tan pronto como me sea posible. Besos a todos!
Corrección Primer Grado
Hace 13 años